La primera visita no siempre es el mejor momento para “corregir” la información que maneja un paciente. Suzzane Brook.
Leyendo el Volumen 3 de los magníficos Topical Issues in Pain de Louis Gifford encuentras perlas clínicas como esta que te invitan a tomarte un tiempo para reflexionar sobre lo que acabas de leer. Frases que esconden tantos matices y tanta utilidad para la clínica que sería una pena que pasasen desapercibidas entre tantas palabras.
Esta frase en concreto me recuerda a una conversación que tuve hace años con un compañero de profesión. En aquella ocasión hablábamos precisamente de cómo el entusiasmo de descubrir una “nueva verdad” nos llevaba a vomitar esa verdad sin paliativos sobre todos y cada uno de los pacientes que entraban por la puerta. La expresión exacta de mi compañero para referirse a esto fue: “con el tiempo me he dado cuenta de que a veces era como un mono con pistolas disparando sin ton ni son la nueva información adquirida”.
Hay muchos factores que pueden influir en que efectivamente la primera visita no sea el mejor momento para confrontar directamente las creencias de un paciente en relación a su problema. Del mismo modo hay muchos motivos que pueden invitar a hacerlo desde el primer momento. Como todo, el arte subyace en la habilidad de identificar el momento oportuno para cada intervención y eso, indudablemente requerirá tener un enfoque de atención centrado en la persona que nos permita identificar sus necesidades aquí y ahora.
En primer lugar, como bien suele decir Ben Cormack, si queremos que nuestros pacientes confíen en lo que les decimos, si pretendemos que incluso cambien de opinión a partir de la información que les proporcionamos, necesitamos construir una relación de confianza con la otra persona. Y esa relación de confianza puede necesitar de tiempo y trabajo para forjarse. Es difícil que alguien acepte una nueva información si no te has ganado previamente su confianza.
Por otro lado, como bien aprendí de mi buen amigo Eduardo Fondevila, deberíamos plantearnos si la persona está preparada para admitir la posibilidad de que sus creencias puedan estar equivocadas. Hay personas que ni tan siquiera contemplan la posibilidad del cambio y hay que ir preparando el terreno conjuntamente con ellas para que, llegado el momento, se planteen una nueva posibilidad.
Otro motivo lo encontramos en uno de los argumentos que aparecen en el mismo capítulo del que he extraído esta frase. La autora del capítulo nos plantea la idea de que decirle a un paciente de repente que lo que lleva creyendo durante mucho tiempo es incorrecto, puede privarle de las únicas estrategias de que disponía hasta la fecha para afrontar su problema. Hablando en plata, sería como quitarle la muleta a un cojo. Tenemos que asegurarnos de que si confrontamos una información que a pesar de ser incorrecta puede estar siendo operativa la persona tiene recursos suficientes para integrar la nueva información y seguir adelante.
Seguro que hay más motivos y estaré encantado de escuchar los vuestros en los comentarios.
Otro día dedicaremos un ratito a reflexionar sobre cuando sí puede ser fundamental confrontar las creencias desde la primera sesión. Y es que la mayoría de las veces en clínica la respuesta adecuada es un depende.